Un sistema de detección automática de incendios está formado principalmente por: detectores de incendio, pulsadores y sirena de alarma, todos ellos conectados a una central de detección.
Este sistema ofrece una manera eficaz de detectar un incendio en su fase incipiente. Su capacidad de detectar un incendio en su estado inicial permite tomar medidas para controlar el fuego, facilitar la evacuación y actuar sobre los sistemas de extinción, entre otras acciones.
Los detectores automáticos de incendio seleccionados deberán ser capaces de detectar un incendio lo más rápido posible y emitir una señal de alarma a la central de detección, para que ésta realice las maniobras que le han sido programadas (activación ventilación, paro ascensores, activación de sirenas de alarma, etc.).
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En la selección de los detectores a instalar, entre otros aspectos como las normativas vigentes de aplicación, debemos tener en cuenta las condiciones ambientales en las que se va a trabajar. Por lo tanto, ningún tipo de detector es el más adecuado para todas las aplicaciones y su elección final dependerá de las circunstancias propias de cada caso.
Los detectores están diseñados para detectar una o más de las tres características del fuego: el humo, el calor y la radiación (llama). Cada tipo de detector responde a los distintos tipos de fuego con una sensibilidad diferente.
Los tipos de detectores automáticos que más se utilizan habitualmente son:
- Los detectores de calor (térmicos y termovelocimétricos).
- Detectores de humo (iónicos y ópticos).
- Detectores de llama.
Existen dos tipos de sistemas de detección, la elección de uno u otro sistema dependerá de las necesidades infraestructurales del cliente:
- Detección convencional: los elementos se agrupan por zonas.
- Detección analógica: permite la identificación de cada elemento individualmente.
Un sistema de detección automática de incendio, es una manera rápida de luchar contra un incendio antes de que sea tarde.